Este artículo consta de 2 partes. La
primera es un fragmento del relato que el nieto del autor del Himno nos narra cómo
se preocupó su abuelo en lograr que el principio de la canción fuera majestuosa,
convocante y sincera de los sentimientos patrios que en esos momentos envolvía
a la ciudadanía. La segunda es una narración breve de la causa por la que
oficialmente se decidió que se cantara una parte del mismo, satisfaciendo
necesidades históricas, de protocolo oficial y para que la canción fuese
cantada más veces por nuestra población.
Nuestra canción patria no tuvo ni tiene
ninguna intencionalidad política, salvo la de convocarnos a amar a nuestra
Patria. Muchos años después de aprobada esta canción, la Constitución Nacional,
se ratificó rotundamente esta misma actitud convocante y de no división de
nuestra sociedad.
Primera
Parte (Fragmento de (1) “Cómo se escribió el Himno”, publicado
hacia 1870)
Don Vicente López y Planes había
nacido el 3 de mayo de 1784 en la misma casa en que murió en 1856, y, cosa
singular, en la misma habitación. La casa es la que hoy lleva el número 353 en
la calle Perú.
El Himno Nacional fue escrito en la
segunda habitación de la entrada de la casa mencionada, sobre una mesita de
caoba de abrir y cerrar, comprada por la familia López a los oficiales ingleses
de Whitelocke en 1.807.
Se conserva todavía esta tabla
sencilla en que vació el primer modelo de las estrofas marciales. Se conserva
el tintero que tuvo la tinta que sirvió para escribirlas.
El poeta, desde fines de abril, pedía
inspiración a las musas, y cuenta él mismo que una atmósfera húmeda y pesada
influía notablemente en su sistema nervioso y lo traía abatido desde días
atrás, sin luz ni nervio en la mente.
Varias veces ensayó sobre el papel,
golpeando en vano en el parche épico dos o tres estrofas en el metro en que
Luca había escrito aquella canción patriótica, publicada por "La
Gaceta" en noviembre de 1810, y que comenzaba así:
La América toda se
conmueve al fin
Pero ni la inspiración ni el metro, ni
el poeta mismo, se mostraban dignos de la epopeya revolucionaria que, ya en
1813 había batido a los españoles en Tucumán y Salta, en el Alto Perú, en San
Lorenzo y en la Banda Oriental. El poeta arrojaba a la pluma descorazonado, sin
ánimo, rendido por una esterilidad de numen que lo decía desfallecer.
La noche del 8 de mayo (de 1811),
López se puso su frac de grandes cuellos y solapas, abierto sobre la esponjada
pechera de valencianas; se cubrió con su capa roja y atravesando la calle solitaria
del Perú, casi oscura entonces y con no pocos pantanos, llegó a las puertas de
la Casa de Comedias. El poeta ocupó un modesto lugar en el patio del teatro, en
que pocas semanas después debía de resonar el himno nacional con las notas de
don Blas Parera.
En aquellos días, el teatro era la
fragua del entusiasmo en que se templaban los patriotas. Todos los pasajes
patrióticos del drama eran de oportunidad y se aplaudían aplicados a las cosas
y a los sucesos ... Después del segundo acto, deshaciéndose de sus amigos que
procuraban retenerlo, salió del teatro con el cerebro ardiente, el corazón
palpitante, el pecho henchido de inspiración Puede decirse que el himno había
nacido desde aquel momento ...
Su .gran abertura: OíD MORTALES, abrió
la grande escena de la canción; la inspiración había tomado su vuelo soberano
con el metro valiente y marcial que había sonado al oído del poeta, apagando el
metro flébil. pastoral, anacreóntico de Luca y de Rodríguez, reflejo tímido de
los versos del delicado Arriaza.
Por la calle, con paso acelerado, procura
llegar pronto a su casa, porque las estrofas, una detrás de las otras, se
presentaban a sus labios, se amontonaban buscando la hoja de papel en que debía
vaciarse.
Llegó a su casa a las diez de la
noche, encendió la luz; la familia dormía; y allí, sobre la mesa, casi vertiginosamente,
cayeron una a una las octavas que un año después debían de sonar en todos los
ejércitos argentinos y ocho años después en toda la América del Sud.
López no durmió aquella noche; leyó y
releyó sus estrofas; su entusiasmo, su excitación, no le permitieron enmendar
los versos débiles de que algunas de ellas se resienten.
Al dla siguiente, López buscó a sus
amigos: a Luca. Paso (don Juan F.) y les leyó su borrador, arrancando en ellos
las primeras lágrimas de entusiasmo que debía arrancar, en rostros argentinos,
la canción patria. EI 11 de mayo de 1813 la presentaba a la Asamblea (General
Constituyente) y era aclamada unánimemente.
Poco tiempo después, un selecto
concurso se agolpaba en la estrecha escalera del Consulado; nuestros abuelos y
bisabuelos tomaban asiento en el gran salón para oír el primer ensayo del himno
puesto en música por don Blas Parera.
Estaban allí todas las matronas de los
primeros salones argentinos: señora María Sánchez de Thompson, Mercedes Escalada,
Eusebia Lasla, etc., todos los jóvenes de la revolución, sus tribunos, sus
sacerdotes, sus guerreros. Aquel concurso se puso de pie y con respetuoso
silencio oyó las notas de un himno que debía ser el monumento más duradero de
la revolución.
(1) Autor de este fragmento: LUC!O V.
LÓPEZ El autor de esta narración fue
nieto del autor del Himno Nacional Don Vicente López y Planes. Nació en
Montevideo (Uruguay) en 1848 y murió en 1898. Fue hijo del historiador Don
Vicente Fidel López, autor del conocido libro “La Gran Aldea”, novela que retrata
la vida de Bs As en los primeros días de la Revolución de Mayo de 1810.
Segunda
parte:
Tres días más tarde de la aprobación por la Asamblea
General Constituyente de 1813, se entonó por primera vez en la casa de
Mariquita Sánchez de Thompson. Además de la dueña de casa y su marido Martín
Jacobo Obligado estaban presentes, entre otros, Bernardo de Monteagudo, Carlos
María de Alvear y el entonces coronel, José de San Martín, acompañado por su
novia, Remedios de Escalada, etc.
Compartieron también esa velada los autores: de la letra,
don Vicente López y Planes y el músico catalán don Blas Parera. El Público no
invitado, siguió la canción desde las veredas y calle exterior de esa
propiedad.
El actual “Himno Nacional Argentino” tuvo una versión
original más extensa que se cantó hasta 1900, alentada en su contenido por las
ideas independentistas y antiespañolas del momento de la creación. Su ejecución
duraba más de 20 minutos.
En la segunda presidencia de Julio Argentino Roca se
adoptó la versión actual, en la que se cantan sólo la primera y última
cuartetas y el coro de aquella “Marcha Patriótica”.
Los inicios del siglo XX eran tiempos de paz y entonces
ya vivían en suelo argentino muchos españoles nacionalizados y con hijos
argentinos, a los que se quería hacer sentir que estaban con todo derecho, en
su propia casa. Esta nueva modalidad se ejecuta en algo más de 3 minutos y
medio, y se la adoptó también por razones prácticas a fin de ser utilizada en
las escuelas y en todos los actos públicos con más frecuencia.
En 1860 se encargó al músico Juan Pedro Esnaola una
versión orquestada más rica en lo armónico. La forma definitiva de la ejecución
y la letra quedaron establecidos en el decreto 10.302 del año 1944.
Tengamos en cuenta hoy, que para ese entonces (1900) eran
historias del pasado las alusiones a los españoles como “tigres sedientos de
sangre” o “el fiero opresor de la patria”.
Como se podrá ver, de la lectura completa del texto
original del Himno Nacional Argentino no se infiere ninguna alusión desdeñosa
hacia ninguna población (extranjera ni de pueblos nativos) porque el espíritu
de patriotismo y de generosidad con que fue escrita, jamás consideró tal
imprudencia ni vileza.
Años más tarde (1853), en el Preámbulo de nuestra
Constitución Nacional se ratificó rotundamente la intencionalidad de generosidad
con que nuestro suelo se abría a todos los hombres libres del mundo que quisieran
habitar en nuestro suelo.
Pedimos a todos nuestros conciudadanos que todo otro
sentimiento que no se correspondiere con el generoso y amplio espíritu patriótico
con que fuera escrito, aprobado y mantenido hasta la fecha, que se mantenga, y
que no prospere ninguno otro, porque éste sería sectario u opuesto al espíritu amplio
con que fuera escrito y cantado desde hace 200 años.
Con estas consideraciones cívicas, sentimientos patrios
de hoy y la ratificación del sentimiento patrio con que fuera escrita esta
Canción, rendimos justo homenaje y recordamos así el Segundo Centenario de la
adopción de nuestro Himno Nacional.
Julio P Lobato
Presidente CRUX ONG
Gustavo de Bianchetti
Ing Secretario CRUX ONG
“América del Sur se libertará el día que se libere de sus liberadores”.
ResponderEliminarJuan B. Alberdi, en su libro “Bases”, publicado en 1852
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ResponderEliminarLa falta de aplicación de la filosofía alberdiana en las diferentes conducciones gubernamentales de nuestro país desde 1930, ha sido la causa fundamental de su decadencia política, y por consiguiente con sus consecuencias.
ResponderEliminarCuando en nuestra patria se aplicó la constitución nacional desde 1880 en forma decidida, fueron los años de su crecimiento y de su progreso real.
Es deplorable que hoy se pretenda tergiversar abiertamente la verdad histórica, con fines ideológicos y mezquinos.
ResponderEliminarNo debemos permitirlo, porque sería aceptar vivir una mentira a sabiendas.
El oscurantismo como forma de administrar lo que es de todos y para todos, es funcional a la corrupción porque la disimula fomentando la ignorancia popular.
ResponderEliminarNo Olvidar: “Sólo un pueblo virtuoso es capaz de vivir en libertad. A medida que las naciones se hacen corruptas y viciosas, aumenta su necesidad de amos”.- Benjamin Franklin (1776)EE.UU.
ResponderEliminarEl individuo carece de libertad, cuando depende del Estado de una manera omnímoda y absoluta.
ResponderEliminarJuan B. Alberdi, en su libro “Bases”, publicado en 1852.